LA SANTA MISA TRADICIONAL O TRIDENTINA EN LATÍN (1)
¿QUÉ ES LA SANTA MISA?
La Santa Misa es el Santo Sacrificio de la Cruz en el que se ofrece y se inmola incruentamente Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, bajo las especies del pan y del vino, por ministerio del Sacerdote celebrante, para reconocer el supremo dominio de Dios y para aplicarnos a nosotros las satisfacciones y méritos de su Pasión y Muerte.
El Sacrificio de la Misa, el de la Cena y el de la Cruz son, en cuanto a la sustancia, un solo y mismo Sacrificio. La diferencia entre los tres proviene del modo diferente con que cada uno de ellos se ofrece. En efecto, en la Cena, Jesucristo se inmoló mística y personalmente, sin derramamiento de sangre, en estado todavía mortal y anunciando su próxima muerte. Mientras que en la Santa Misa se inmola también místicamente y sin derramamiento de sangre, pero con ministerio del Sacerdote, y en estado inmortal y glorioso, recordando la muerte ya acaecida. En tanto que en la Cruz, Jesucristo se inmoló de un modo real, visible, con derramamiento de sangre y personalmente, y una vez para siempre.
Además, en la Cruz, Nuestro Señor Jesucristo se inmoló para merecer y satisfacer por nosotros, mientras que en la Cena y en la Misa lo hace para aplicarnos aquellos méritos y satisfacciones. De modo que al estar el católico en la Santa Misa es como si asistiera simultáneamente a ella, a la Cena y a la Muerte de Nuestro Señor Jesucristo.
FINES DE LA SANTA MISA
La Santa Misa se ofrece para cuatro grandes fines, a saber:
1. Para dar a Dios el culto supremo de adoración.
2. Para agradecer todos sus inmensos beneficios.
3. Para pedirle todos los bienes espirituales y temporales.
4. Para satisfacer por todos nuestros pecados.
Cuando se asiste, pues, a la Santa Misa, se deben tener en cuenta estos cuatro grandes fines o intenciones generales, a los cuales cada uno puede añadir otros particulares. Por eso, la Santa Misa llena todas las necesidades y satisface todas las aspiraciones del alma y resume en sí toda la esencia de la Religión Católica.
VALOR DE LA SANTA MISA
El valor de la Santa Misa, en cuanto a su suficiencia, es infinito, tanto en la extensión como en la intensidad, y ello a causa de la dignidad del Pontífice (Sacerdote) y de la Hostia, que es el mismo Jesucristo. Por consiguiente, la Santa Misa es por sí misma suficiente para borrar los crímenes de todos los hombres, para satisfacer por todas las deudas y para alcanzar de Dios todos los bienes espirituales y temporales, en relación a la salvación. En cuanto a su eficacia práctica, el valor latréutico —de adoración— y el valor eucarístico —de acción de gracias— de la Santa Misa es también infinito, ya que una sola Misa procura a Dios una gloria que sobrepuja a todas las alabanzas de todas las criaturas visibles e invisibles. Empero, la eficacia impetratoria y satisfactoria de la Santa Misa es, de suyo, finita y limitada, y proporcionada a nuestra capacidad y disposiciones.
FRUTOS DE LA SANTA MISA
Los frutos de la Santa Misa son los bienes que reporta el Sacrificio de Cristo y pueden reducirse a estos tres:
1. El fruto general, del cual participan todos los fieles no excomulgados, vivos y difuntos, y, especialmente, los que asisten a la Santa Misa y toman en ella parte más activa.
2. El fruto especial, del que dispone el Sacerdote celebrante en favor de determinadas personas e intenciones, con las que se han comprometido en virtud del estipendio.
3. El fruto especialísimo, privativo del Sacerdote celebrante.